“La independencia financiera no se trata solo de dinero, se trata de tener la libertad de vivir la vida que deseas en tus propios términos”.
Melinda Gates
¿Te has preguntado qué tan libre te sientes? La libertad de ser, de hacer lo que quieras, para crear, para decir, es uno de los retos que tenemos como seres humanos y, en especial para las mujeres, es una condición que modela hasta la forma en que se construyen sus relaciones y proyectos de vida.
Cuando hablamos de libertad financiera, nos referimos a la habilidad que posee un individuo para mantener su estilo de vida sin tener que depender de un trabajo o cualquier otra forma de ingreso activo. Dicha libertad se logra cuando hemos acumulado activos e inversiones que generan suficientes ingresos como para cubrir satisfactoriamente nuestros gastos de subsistencia. Podríamos pensar, entonces, que la independencia financiera se encuentra reservada solo para algunos, pero no es así.
Sin embargo, para alcanzar esta condición se requiere disciplina, planificación y una perspectiva a largo plazo. Implica crear un presupuesto, gestionar nuestras deudas de forma inteligente, ahorrar y, desde luego, invertir. Con el tiempo, una persona puede acumular riqueza y crear una seguridad financiera que le brinde la libertad y flexibilidad para perseguir sus metas y sueños sin estrés financiero.
Las mujeres, en particular, han luchado por la independencia financiera durante generaciones, y es una lucha que continúa hasta nuestros días; sin embargo, fue el Movimiento de liberación de las mujeres, de las décadas de 1960 y 1970, en los Estados Unidos y otros países, el que funcionó como catalizador para el empoderamiento económico de la mujer. Este movimiento desafió, entre otras, la expectativa histórica de que las mujeres dependen del apoyo financiero de los hombres. Es decir, preparó el terreno para lograr una transformación en las relaciones sociales, lo que derivaría en una mayor igualdad de género en la fuerza laboral, así como en la visión de las finanzas personales.
En el mundo contemporáneo, las mujeres todavía enfrentan retos importantes para lograr no solo su libertad sino también su independencia financiera. Entre otros, cerrar la brecha salarial, el acceso limitado a la educación, la calidad de las oportunidades de empleo, así como la perspectiva social en torno al cuidado y las responsabilidades familiares, que muchas veces deriva en violencia económica, son grandes retos en todas las regiones del planeta.
Según el Global Gender Gap Report, o Informe Global de Brecha de Género 2022, publicado por el Foro Económico Mundial (FEM), los países donde las mujeres tienen los niveles más altos de independencia financiera son Islandia, que ha logrado recortar en más de 90% su brecha de género, seguida por países escandinavos como Finlandia (86%), Noruega (84.5%) y Suecia (82.2%), además de Irlanda y Alemania. México ocupa el lugar 31, en la lista de 146 países. En contraparte, los más rezagados en la carrera por conseguir la paridad de género son India, Irán, Congo, Pakistán y Afganistán.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en México, la Población Económicamente Activa masculina fue de 35.6 millones en 2022, mientras la femenina fue de 23.2 millones. Así, 76 de cada 100 hombres en edad de trabajar fueron económicamente activos cuando, en el caso de las mujeres, solo 45 de cada 100 gozaron de este beneficio. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), “en México, la proporción de mujeres que tienen un empleo o buscan uno está por debajo del promedio mundial”.
Desde luego, esta es la realidad de las mujeres, no solo en México, sino a lo largo de América Latina. La brecha es aún mayor para las mujeres indígenas, afrodescendientes, o que viven en zonas rurales. En general, las mujeres en esta parte del continente tienen más probabilidades que los hombres de trabajar en el sector informal, lo que a menudo también les niega la seguridad laboral.
¿Cómo cerrar la brecha de género?
El Fondo Monetario Internacional, en su entrada Cómo cerrar la brecha de género y hacer crecer la economía mundial, ofrece algunas ideas para solucionar este problema: aumentar la inversión en el capital humano de las mujeres, promover el trabajo fuera del hogar, abordar los sesgos, y aumentar la representación femenina en puestos de dirección.
Ciertamente, la implementación de estas mejoras nivelaría los términos de participación y oportunidades económicas, favorecería los logros educativos y el empoderamiento político de las mujeres. Sin embargo, incluso cuando estos factores sean atendidos, quedaría mucho trabajo por hacer para cerrar la brecha salarial de género. Aunque se registran algunos progresos, según el FEM, si el cambio continúa dándose a la velocidad actual, nos tomará otros 132 años para alcanzar la paridad de género a nivel global.
Sabemos que el panorama es complejo pero, a pesar de este ritmo mesurado de crecimiento y empoderamiento, hay logros que no podemos dejar de resaltar. Las mujeres en México y América Latina están derribando paradigmas, pues han logrado una mayor participación en la economía formal, y asumen roles de liderazgo en una amplia gama de industrias. Como lo afirma el portal de mujeres de las Naciones Unidas “el empoderamiento económico de las mujeres incluye participar equitativamente en los mercados existentes… y mayor voz, agencia y participación significativa en la toma de decisiones económicas en todos los niveles, desde el hogar hasta las instituciones internacionales”, y esa es una realidad que se fortalece todos los días en nuestro país y en el resto del continente. Queremos mujeres libres.
En Expansive, en el Mes de la mujer, queremos acompañarte en ese viaje hacia tu empoderamiento económico, así que ponemos a tu alcance beneficios especiales durante todo marzo. Invierte ahora y construye tu libertad financiera.
Crédito fotográfico: Andrea Piacquadio