La historia de la banca empieza desde que el ser humano empieza a tener la necesidad de comerciar. Es un hecho que es una industria ya establecida y que no puede desaparecer. Pero como todas las demás industrias, tiene que evolucionar y es que si lo vemos en perspectiva siempre se ha visto en la necesidad de cambiar y ahora no es una excepción ya que no es una evolución sino una transformación.
Este movimiento disruptivo ha generado que la transformación sea mucho más que la búsqueda y apertura de canales de venta. Las nuevas generaciones piden flexibilidad y apertura tecnológica. Alguno términos como fintech, usabilidad, millenials, big data, blockchain o la nube son nuevos y es necesario adaptarlos en las entidades financieras.
En un principio solo bastaba con tener redes sociales y participar ellas. Ahora, la operación digital se basa en la reestructuración de proceso tradicionales como consultas de saldo. Más que nunca se necesita un core flexible y con un nuevo modelo que permita absorción de nuevas tendencias y necesidades. Otro claro ejemplo de evolución es el manejo de Big Data en donde en antes ni existía este término.
¿A quién beneficia la transformación?
De cierta forma, a todos. La palabra clave es acceso. Las entidades financieras reducen costos, aumentan utilidades, sus empleados migran a tareas con mayor valor y los usuarios pueden resolver sus necesidades financieras de ahorro, financiamiento y protección a la velocidad de un click.
Ha cambiado la forma en la que hacemos operaciones bancarias simples y también complejas. Desde consultar nuestro saldo hasta hacer inversiones. Nuestra información bancaria solamente puede ser accedida por contraseña personal, lector de huella o incluso reconocimiento facial.
Estos nuevos modelos de negocio también ha tenido otros impactos como la bancarización. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF 2018) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el porcentaje de la población mayor de 18 años que cuenta con al menos un producto financiero —entendido como cuentas, créditos, seguros o ahorro para el retiro— pasó del 56% (39.4 millones) en 2012 al 68% (54 millones) para 2018, lo que representa un incremento del 37%. Aunado a ello, el 45% de los encuestados (35.4 millones) reportó contar con más de un producto de este tipo.
Crear valor
Además de ser una oportunidad para transformar la banca actual, también es una excelente oportunidad de negocios. Las Startups deben buscar crear un valor adicional o mejorar el ya existente. Se deben preguntar cómo pueden generar valor a clientes que quieren sacar adelante un proyecto emprendedor, o un cliente que está analizando varias opciones de inversión. Por esto, las entidades financieras deben plantearse tener productos competitivos y de calidad, aunque no sea suficiente ya que se deberá crear valor en el mundo digital.
Tal es el caso de Expansive, que lo que busca es romper las barreras de entrada a las inversiones inmobiliarias. Esta inclusión financiera permite invertir en bienes raices con un ticket de inversión bajo y que esto sea mucho más facil. Estos nuevos modelos de inversión, forman parte de la revolución de la banca.
Aunque se requiere mucho para llegar a más clientes y mejorar su experiencia. Según el estudio “Banca Digital en América Latina”, publicado por la consultora Technisys en 2018, las apps aún no son el canal número uno, pero avanzan a grandes pasos en las preferencias del usuario y al final, cada jugador del sector financiero aporta su granito a esta revolución.